Comienza su aprendizaje sistemático del Tarot hace algo más de cinco años. Desde entonces se ha dedicado al estudio de lo que llama "fisiología" de las cartas pues, según sus propias palabras: "no hay ningún misterio en esas imágenes que sea mayor a los de nuestra propia realidad interior, si no nos acercamos al cuerpo vivo de los arcanos, difícilmente éstos nos aproximarán a nuestro propio cuerpo sutil" En ese sentido, cada nueva etapa de su aprendizaje lo reconduce al pupítre de los novatos. "El aprendizaje no es lineal, si así fuera sólo construiríamos fórmulas fijas sin aplicaciones nutritivas para el consultante, promediaríamos a un ser humano único de manera inaceptable, arrastrándolo a los lindes de nuestra propia mediocridad". Desde otro ángulo nos dice "No hay grado de maestría en este oficio que es expresión menor de un arte bastante antíguo, sería un gran contrasentido. Sólo podemos aspirar a ser aprendices y ese es el valor justo de esta práctica. La maestría en esta materia es un residuo benéfico que actúa sobre otros aspectos del ser y que son, en efecto, más importantes que el Tarot en sí mismo. No olvidemos que los antiguos cifraron su misterio en un conjunto de cartas que no es otra cosa que un juego"
La perspectiva de Carvajal apunta también a la enseñanza de esa fisiología agregando lo que sigue "...Si podemos ser maestros en algo [relacionado con el Tarot] será en preparar con conciencia y generosidad el suelo psicológico el nuevo aprendíz para que el Tarot pueda sembrar en él sus arcanos."
Carvajal reconoce que en esa relación no existen "el profesor" y "el alumno" si no mas bien "aprendices de grados distintos".
Quienes han visto "humildad" en esas palabras no han caido en cuenta de lo que, en verdad, nos dice: no podemos evitar bajo la forma de "estudios metódicos y estructurados" dejar de ser concientes de nosotros mismos sólo en la medida de nuestras propias motivaciones.
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